domingo, septiembre 28, 2025

La casa del alma

En la casa del alma se diseñan tus nombres,

los que se multiplican en una densa bruma,

los que se disuelven como sal en mis voces.


Camino un laberinto de signos abolidos:

cada umbral abre una herida invisible,

cada herida es un río de clamores ardientes,

y en su cauce alguien imagina mi destino.


Tú —voz que enciende la claridad del abismo—

reúnes los fragmentos dispersos del tiempo,

me arrojas al círculo donde lo eterno vacila

como un dios fatigado de su propio fulgor.


Quizá la vida sea solo este conjuro:

arder en tu presencia como una luz secreta,

hundirme en la profundidad de tu voz terrestre,

y descubrir que al nombrarte —mujer de ardores—

el universo se abre como un corazón desvelado.


Rolando del Pozo

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