viernes, octubre 06, 2006

Debo

Debo seguir amándote hasta que tus gemidos

sean la llave de cualquier predispuesta puerta,

las censuras de una luna arrebatada y dispersa

y las dádivas que sostienen mi gastado orgullo.

 

Te debo la siniestra y derecha de toda vanidad,

la saciedad en una espera sin radiantes ayeres

y el olvido en un mañana de sentidos regresos.

 

Te debo los ruegos en abrigados y lentos soplos

y las ganas que descubren el hoy en mis versos.

 

He apurado mi corta vida en tu fugitivo vientre;

tus dolores he aunado en sentidas impaciencias

y con sudores he lavado el prodigioso tormento  

que espera desordenado en cualquier reflexión.

 

Debo seguir amándote hasta que mi terca pasión

maltrate tu voz de incesante e incansable mujer

y el amor se confunda con una acortada plegaria.

 

Y te debo los recuerdos, lo saben bien tus voces

solemnes y dispersas en esta temblorosa oración.

 

Rolando del Pozo

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