En esta hora de señales como dedos,
cuando el viento susurra nombres vanos,
yo te busco entre los pliegues del tiempo,
en esa geografía donde viven los ausentes.
Eres tú la que camina con pies de lluvia,
la que deja en cada paso huellas de luna.
Oh memoria mía, territorio de sal y olvido,
¿dónde guardas los rostros que se fueron
como silentes pájaros hacia el sur del alma?
En mis manos se alimentan flores de agua,
en mis angustias navegan barcos de cristal
hacia puertos que no improvisó la nostalgia.
Cada palabra es un conjuro contra tu partida,
una llave que abre puertas en valles mojados.
Tú que fuiste arrebato, ahora eres solo viento
que se balancea en los dolores de mis ganas.
Ven, acércate a estas palabras hechas versos,
donde el amor es una voz que se puede morar.
Ven antes de que la noche asegure las puertas,
antes que el olvido no sepa advertir tu nombre.
Rolando del Pozo
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