viernes, enero 31, 2020

Duérmete


Duérmete sobre mis alas, encauza mis ahogos;
es necesaria tu palidez en mis ajustados besos.

Son necesarios los lamentos en tu lacónica voz,
en el deseo por el pesado fulgor de tus señales.

A tu piel extendida vuelven mis afinadas ganas.
Vuelve la luna puliendo la lujuria en tus piernas.

A tu bella primavera vuelven los diarios deseos
y el ardor multiplicado en tus espacios inermes.

Duérmete en la pasión que en mi voz te confina
y te reclama sedienta, llena de agitadas poesías.

Duérmete en mis mutismos oscuros y excesivos
vestida de tenue dulzura, recorrida por el amor.

Me es necesaria tu voz quebrándose en el ayer,
quebrándose a la altura de mis sacudidas ganas.

Rolando del Pozo

domingo, enero 19, 2020

Desde el adiós


Desde el adiós que saborea tus tenues pausas
mi rígido sueño abarca las cifras de tus piernas,
tus señales vagas de mujer tímida e insondable
y las formas imprecisas de tu esquiva desnudez.

La vigilia del amor percibe el perfil de tus senos,
el alfabeto de tus sumisos viajes y el ligero ayer.

Las distancias en tus besos perciben los alientos
y el azar que no me dejan cercar tus tercos ecos.

Los recelos se repiten en la espesura del espejo,
se reflejan en el rostro inmutable de la soledad.

Las dudas se repiten en el más firme de mis años.
Se repiten en la transfiguración de tu tempestad.

Y nada queda en los dolores de antiguos ruegos
apenas al acto de renunciar a tu sitiado corazón.

Rolando del Pozo

jueves, enero 16, 2020

Del amarnos


Del amarnos he tomado un par de ayeres,
tu lento cuerpo, los engranajes de la dicha,
un sueño donde te imagino siempre cierta
y una voz que limita con todas tus visiones.

En el querernos florecen tus quietos labios
y un nuevo idioma que resiente de tu boca.
Nacen los fantasmas de tus sumisas noches
a lucir nuestros desvelos en tenues caricias.

Del vivirnos he hurtado la solidez de tu piel,
los ecos de tu vientre, las caricias pausadas.
He robado la poesía dilatada en tus piernas
y tu credencial de mujer pintada de noches.

Rolando del Pozo