domingo, noviembre 16, 2014

Me demoro

Me demoro en las imágenes de tus lentos besos.

Me retraso en las pausas de tus senos nocturnos.

 

Me rezago en la vida que has tejido con tus manos,

en los delirios que precipitas con tu severa ternura.

 

Has venido oculta en frases, alimentando al miedo.

Has venido a inflamar la loca soledad de mis versos.

 

Y te abrazas a los mareos de tu adolorida inocencia.

Te abrazas a lo que respira detrás de un rayo de luz.

 

¿Sabes del ardor en mi pecho que exige tus besos?

¿Sabes del ardor en mi voz que rasga tus declives?

 

Me atraso en la vida que se posa en tu vejado sexo.

Me confino en tu inocencia, en tu rezagada desazón.

 

Y sólo sé que tornas a mis noches a llorar tus poses,

a condenarme en tus alargados y adoloridos gestos.

 

Sólo sé que regresas en la migración de mis fluidos

a clamar mis versos en mi apurada y agitada pelvis.

 

Rolando del Pozo

domingo, agosto 17, 2014

Has dejado

Has dejado tu cuerpo junto al alba, quebrando silencios, 

aunando mis efímeras siluetas en el apremio de un beso.

 

Has dejado los afanes del alma junto a este viejo poema,

en convulsionadas rosas, a los pies de un futuro incierto.

 

Has dejado la miseria que se nutre con palabras afligidas

en un rincón oscuro, en un breve adiós que se multiplica.

 

¿Quién soñará los silencios en la brevedad de tus poses?

¿Quién lucirá tus flores en la imagen de una voz cerrada?

 

Cuídate de la verdad, sus despojos reclaman tus fulgores.

Cuídate del destino, de lo que no existe en mis lamentos.

 

Tu sombra juega con las visiones de un mundo sin forma.

Tu sombra se vuelve la locura que se funde con las horas.

 

Has dejado las horas rechazadas por mis lejanos ardores.

Has dejado tu sombra serena para que te recuerde y calle.

 

Rolando del Pozo

lunes, mayo 26, 2014

Te asusta

Te asusta la espera en la repetición de mis versos,

en la mirada que rechaza mi transitoria presencia.

 

Te asusta no poder aceptar las voces que negaste

y la imagen de un poema que se quiebra en mi voz.

 

Tus recuerdos se construyen con viejos espejismos,

con sucesivas voces y fugitivos, emotivos silencios.

 

Tus versos se perpetúan en interminables espejos,

en un grupo de sombras que busca asilo en mi voz.

 

¿Reconoces mi herida en mis continuos encierros?

¿Reconoces el rumor de mis labios en lentas frases?

 

Te asusta el abrazo que se abre en noches silentes,

en alucinaciones, en lo que te escribe y te esconde.

 

Te asustan los gestos que se desdoblan en puñales,

en lamentos y te devuelven a un abusivo comienzo.

 

Rolando del Pozo

sábado, abril 12, 2014

Ha venido

Ha venido el llanto a alimentar tus miedos,

tal vez hasta las sombras de tus recuerdos.

Ha venido a saborear los signos del pasado,

a traer distancias sin acertar con ninguna voz.

 

Ha venido el dolor a gastar tu aroma de mujer.

Ha venido a repetirse debajo de tus pliegues,

a reclamar los paraísos donde crece la hiedra.

 

Y lloras en las pausas vivas debajo de mi voz.

Lloras para escarnecer tus espacios inocentes,

para renovar la visión que se abre en ausencias.

 

Sobran los anuncios en tus manos angustiadas.

¿Huyen acaso los azares llevándose tus timos?

¿Huyen acaso los gestos, mutados en delirios?

 

Han venido las pausas en los urgidos reclamos,

en las intrigas precarias de un olvidado pasado.

 

Y te desnudas en tus planeadas y lentas poses.

Te desnudas en el color de un alargado tiempo.

 

Vuelve a mi ardor, aturdida y delicada gaviota.

Me falta la luz de tu voz para atinar con tu paz.

 

Vuelve a mis provocaciones, a mis malestares,

a mi soledad, al dolor en este ahogado poema.

 

Rolando del Pozo

sábado, febrero 01, 2014

Te escribo

Te escribo con mis visiones, con tus miradas.

Te escribo con el eco de una lágrima ausente.

 

Te escribo en la señal que reclama tus piernas.

Te escribo en las voces que lentas se quiebran.

 

¿Sabes de los colores intrusos en mi memoria?

¿Sabes del oculto beso repetido en mis versos?

 

Ha venido tu deseo que impune lo abraza todo.

Ha venido a despertar mis suaves movimientos.

 

Ha venido la noche en mis solitarias realidades.

Ha venido lo que se agita en lentos malestares.

 

Han venido tus señales acicaladas de gemidos

donde escribo con repetidas luces tus apetitos.

 

Te escribo y regreso a tu imperfecta candidez,

al dolor que sólo muere en tu agitado vientre.

 

Rolando del Pozo