No puede faltar el olor de los amaneceres en tu voz.
No pueden faltar los rostros que te describen silente.
Escucha mis versos indagando el linaje de tus ganas,
en la mitad de un suspiro, con los colores del pasado.
La pasión todavía te descubre llena de tardos delirios,
recogida en los calores donde coexiste lo intemporal.
El amor da vueltas sin perturbarse, ajustando heridas,
aclarando los reparos que me devuelven a tus formas.
No puede escasear la noche en mis mutilados versos,
en los destinos sin tiempo que no pueden lucir tu voz.
Escucha los anónimos dolores royendo los despechos
y los rojos cielos que se entregan a su exigido destino.
Escúchame hurgando debajo de tu inconcluso poema,
insistiendo en los falaces roces que te vuelven amante.
Rolando del Pozo
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