Tu naturaleza todavía vive oculta entre grafías lucidas,
en el misterio de lo incesante que se repite en el ayer
y anuncian tu ambivalencia perpetuada en tus apegos.
Tus borrosas señales aún nos llaman desde tus dolores,
donde todos existimos y te asumimos en idéntica voz;
la nada no existe, y el amor lo justifica todo en el dolor.
Tu nombre fluye tardo en el sumiso declive de una cruz
que termina ocultando tus signos, tus angustiadas voces,
tus soledades, las palabras que angustiadas nos redimen.
El interior como el exterior; la realidad es solo un sueño
y mover montañas no tiene sentido si reina el desorden,
nos gobierna el desconcierto, y tu palabra no existe más.
Rolando del Pozo
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