En busca de sombras, apurando la tarde,
debajo del lamento que exalta tu cansada frente
de frívola mujer y niña traviesa,
recorres la plaza atenuando las verdades.
Suele gritarte la luna sus símbolos,
sus envidias de brillos,
sus dolores equidistantes,
incitando tu hondo vientre
a robarse el sosiego de unos cuantos.
La noche anhela tu entrega desmedida
en latitudes poco manifiestas
donde te abres a la muerte,
te condenas y sobrevives al juicio igualador
que nace en tu cama y termina en tu vientre.
Rolando del Pozo
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