He regresado, pero no sé desde dónde.
Tal vez de un sueño que soñaron tus sombras
cuando todavía me habitaban tus errantes versos.
Tal vez de la noche donde tu voz se repite en suplicas
y el eco del ayer es la memoria de un futuro distante.
He regresado envuelto de tus tiernos silencios,
con las manos llenas de pasados que cierran puertas,
como quien vuelve de un incendio y sólo trae cenizas
y las esquivas palabras que nunca alcanzaron tu vientre.
En la casa me esperan tus retratos, el espejo de la sala,
las agujas del crepúsculo cosiendo su propio destino.
Me esperan los conjuros de un alma que teme desaparecer.
Me espera aquel que me imagina desde otro universo
hecho de oblicuos versos y resplandores torcidos.
¿Es el azar un orden que no comprendemos?
¿Somos acaso los títeres de un oscuro teatro
donde el titiritero nos escribe de risas y llantos?
He regresado y me he prometido no morir del todo.
Por eso ahora, cada noche, cuando baila la luna,
dejo una luz encendida en la memoria de mis versos,
para que alguna de tus voces encuentre como alcanzarme.
Y sabrás que fui real, no por mi cuerpo que yace en estas letras
sino por la herida que abriste y aún no sabes nombrar.
Rolando del Pozo