Detrás de las alucinaciones que me repiten
una sombra escribe con mi rota caligrafía,
y sus letras se prolongan en otros destinos,
en historias que suceden mientras despierto.
A veces la veo: su rostro lleno de memorias,
su vientre al encuentro de ardores de agua,
y su voz que se renueva en otros nombres
como si fuese la llave de un círculo infinito.
¿Quién te imagina en adioses extraviados?
¿Quién te sueña en el temblor de un amor?
En tus labios se inflama el vino de tus inicios,
en los míos el polvo de los siglos importuna.
Detrás del eco que te nombra sin descanso,
se abre un jardín de imágenes extraviadas,
donde tus pasos aún se buscan a sí mismos
y mi sombra aún ensaya a ser tu despedida.
Y cuando el sueño ya no recuerde tus dolores,
cuando el relámpago se olvide de sus orígenes,
la voz de una estrella que arde hacia adentro,
renovará tu nombre que nadie declaró jamás.
Rolando del Pozo
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