He venido a recoger tu voz con señales rotas,
a descifrar tus visiones en el polvo del insomnio,
donde cada eco cae lleno de tus alucinaciones
sobre un altar ataviado con las pasiones del ayer.
Aún me guía el temblor de tus palabras estrechas,
las que murieron al borde de tus silentes costados
sin cruzar jamás la frontera de tus alientos diversos.
Yo las sigo, arrastrando tus siluetas con mi sombra,
como quien persigue el reflejo de un dolor antiguo
en los pliegues inermes de tus escapadas plegarias.
¿Fuiste tú o fui yo el que habló desde tus poesías,
con un lenguaje habituado a tus cristales vencidos
y a tus besos que no saben en qué voz perecieron?
Cada letra tuya tiene la forma de tus tardos flancos.
Cada pausa llena de ansiedades: una emboscada.
Y sin embargo, recojo tu voz como quien anticipa
los últimos albores de tus ojos delirando inquietos
en una profecía intacta llena de tus deseadas vidas.
Rolando del Pozo
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