martes, junio 03, 2025

Presencia invertida

No fui yo quien cruzó la puerta aquella noche.

Fue una figura trémula con mi rostro a medias,

el vestigio húmedo de mis quebradas fantasías,

y una voz a punto de caer en la sed de tus ganas.

 

Te busqué en los ardores abiertos y mal escritos,

donde los cuerpos se enredan con nuevas voces,

y tus besos se licúan en la saliva de negado ayer.

Allí tu nombre era un eco en la herida del espejo.

 

Algo mío quedó aferrado a tus inquietos gestos,

como un susurro que insiste en las cosas quietas,

o una sombra que aprende a gemir con tu aliento.

Algo mío llevaba la fiebre ingenua de tus piernas

y el temblor de mi nombre dilatado en tus rodillas.

 

Y te disolviste en la noche llena de tiempos rotos,

dejando el rastro ilegible de una presencia invertida

y un silencio que adoptó las formas del abandono.

 

Ahora sólo quedo yo —o algo que me recuerda—

habitando una memoria que respira por costumbre,

mirando desde dentro el rostro que no me nombra,

mientras la noche, cerrada como un ojo sin párpado,

me sueña de nuevo en la geometría de tus distancias.

 

Rolando del Pozo

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