viernes, junio 23, 2006

Te adivino


Te adivino en la memoria de los días,
en la inocencia de crecientes sueños,
en la tarde que limita con las ilusiones
y en la frescura de tu pelvis en agonía.

Te adivino en la migración de la luna,
en la profusa sudoración de tus piernas,
en el miedo donde te tornas de sombras
y en el insoluble silencio de tus pechos.

Ahora existes en mi aletargado cuerpo,
aunando el amor que te copia en voces,
en urgentes realidades llenas de gritos.

Ahora existes en excesivas melancolías,
en el resentimiento de una voz profunda
que la vida azuza y mis labios recuperan.

Rolando del Pozo

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