No escribo:
alguien dicta voces desde el reverso del sueño,
desde una boca encerrada en un añejo tiempo
donde las palabras todavía trepidan desnudas.
Las horas se pliegan como piel llena de ganas.
Una puerta sin espacio, engendra otra puerta
y el aire huele a destino, a amores encendidos.
Hay un punto donde tus círculos se multiplican.
Allí dejé tu voz ardiendo en su propia memoria,
en un cuerpo que sangra en los filos del mundo.
Tus dioses no crearon este mundo:
lo besaron largamente hasta partirlo en voces.
Todo es la secuela de ese trauma: cenizas vivas.
Y si este poema cesa, germina en luces diversas.
Si continúa, quema signos que abrieron visiones.
La verdad sucede en el estertor oscuro de la tierra
cuando nadie la mira y el amor revive tus nombres.
Rolando del Pozo
No hay comentarios:
Publicar un comentario