lunes, diciembre 22, 2025

Ausencia

Te fuiste y tu voz persistió en mi memoria

como una luz que sólo existe en sueños.

Las sábanas conservaron tu calor

—esa forma ilegible del infinito—

y el patio, antiguo como un mito doméstico,

abrió su boca de tierra para ignorar tu ausencia.

 

Afirmabas que el tiempo es un engaño heredado,

un círculo que se vuelve una línea sin finales,

una voz que se vuelve un verbo ajustado a tu boca.

 

Y este amor que no es memoria ni deseo,

guarda las secretas repeticiones del destino,

los gestos que alguien ya ha cumplido

en otra vida, en otro siglo, en otro universo

con la misma certeza y la misma pérdida.

 

Desde entonces tus signos me vigilan.

Los espejos me devuelven un rostro que te busca,

los relojes repiten una hora que no avanza,

y yo permanezco aquí, condenado y elegido

a custodiar esta ausencia

que acaso eres tú, o acaso soy yo, soñándote.

 

Rolando del Pozo

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