domingo, agosto 03, 2025

No eras tú

No eras tú:

eras la lámpara rota en una tarde sin retorno,

el animal dormido bajo las luces del tiempo,

la cifra que oculta mis huesos en un juramento.

 

Te habité sin conocer de tu extendido nombre,

como se habitan las palabras llenas de distancias.

Tu piel era una voz sin orillas en mis desahogos,

una noche que goteaba dolores desde adentro.

 

Y te amé como el ardor ama las puertas cerradas,

como las voces que estallan bajo el peso del deseo.

Mi lengua era un hilo de sangre entre las estrellas,

y mis manos, esas pobres mensajeras del incendio,

temblaban con el candor de quien te invoca afligido.

 

Pero algo de ti —ese fragmento indescifrable—

aún camina despacio llevándose mis solos adentros,

como si la eternidad exigiera mis quebrados labios.

 

Déjame, entonces, despedirme con repetidas bocas,

como se despide la humareda de la leña encendida:

con un aroma que jamás renuncia a las ruinas del alma.

 

Rolando del Pozo

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