Jugabas a desaparecer en los dormidos velos de tu lecho
llena de visiones, llena de laxas máscaras, llena de amor.
Jugabas a poblar vacíos con tenues alucinaciones de papel,
con silencios errantes y en la complejidad de toda una vida.
Tus gemidos se vestían con lentos suspiros y limpias fugas,
como disfrazándose de adioses, en irreversibles ausencias.
Tus dolores se estrechaban en el espesor de mi ignorancia,
en el reconocible espejo donde nunca habitaron tus ganas.
¿Sabías que el amor que te rodea es un sueño a tres voces?
¿Sabías que mi voz yace misteriosa en tu orgía de sombras?
Jugabas a tapizar el día con el zarpazo agitado de la noche,
con mariposas invisibles, con la estridencia de tus piernas.
Jugabas a ser atrapada por el viento, por mis lentas frases,
sin imaginar que eran mis recuerdos, los que te atrapaban.
Rolando del Pozo
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