Me pregunto cómo
mirar el lamento que se expande
en tus ojos de
fuego, en la transparencia de la noche.
Cómo percibir la firmeza
de tu aparición en los reflejos
de un espejo de
imágenes abandonadas por el tiempo.
Me pregunto cómo lucir
tus palabras en un verbo sin voz.
Cómo eludir
silencios que el porvenir ahogó en el pasado.
Son muchos los viajes
que callamos en el fondo del alma,
en las heridas irritantes
que albergan tu vientre disperso,
y en los dolores
que se abren en cualquier inmóvil abismo.
Son muchos los
ayeres que liaron nuestros laxos pliegues
en los años de un
lenguaje nuevo, lleno de dulces puertas.
Me pregunto sobre
las soledades que cambian mi nombre
y confunden el
lugar donde mueren las solitarias estrellas.
Me pregunto sobre
la memoria que simula todos mis días,
todas mis penas, tus
leves voces, las horas de tu ausencia,
y un jardín de
instantes eternos que no me dejan olvidarte.
Rolando del Pozo
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