domingo, agosto 24, 2025

Mis abismos

Yo vengo de una tierra donde la ceniza

guarda el murmullo de antiguos besos,

donde el viento se disfraza con señales

que jamás fueron dibujadas en tu ardor.

 

He bebido del jarrón íntimo de tu noche,

esa que se inclina como un fruto oscuro

sobre la debilidad de un mundo disuelto,

y aún así me inflama con su fuego bruno.

 

Te nombro en los pliegues de mi sombra,

te nombro en las fracturas del desespero,

te nombro sin pausas hasta que mi boca

se quiebra en un océano de lentos besos.

 

Porque en ti arde la herida de universos,

la oscura certidumbre de que sólo somos

un instante de eternas voces que se licúa

como el ayer en las musas de mis versos.

 

Y si mi voz te alcanza desde mis abismos,

no es porque pertenezca a estos delirios,

sino porque tú la escribiste antes que yo

con la tinta tenue que susurra mi destino.

 

Rolando del Pozo

miércoles, agosto 13, 2025

El otro lado de mí

Yo vengo desde un pasillo sin tiempo, ni espacio

donde la lluvia aprendió a pronunciar mi sombra,

donde mis llaves se estrechan hacia tus adentros

y el eco de tus lágrimas se enrolla en mi garganta.

 

He atravesado el vidrio que custodia tus apetitos,

he contado las grietas de tu voz con mis congojas

como si fueran porfiados dolores buscando morir.

 

Todo me devuelve al mismo sitio:

la silla vacía que extraña a su manera tus piernas,

el vaso con agua donde la luz se ladea en un ayer,

como si buscara el temblor de tus labios afanosos.

 

A veces creo oírte:

no como se oye una voz que se repite en pausas,

sino como se prevé una llaga en el ardor del ayer.

 

Y tu ausencia se vierte sobre mis noches cegadas 

como un río que desdeñó sus orillas en la intriga,

mojando con un frío dulce la memoria de un beso.

 

No sé si estás hecha de sombras, pero te nombro,

te nombro como quien acaricia una fruta madura,

como quien guarda un silencio envuelto en voces,

como quien sabe que sólo eres, el otro lado de mí.

 

Rolando del Pozo

jueves, agosto 07, 2025

La casa prestada

He abierto un ayer donde guardo entre voces

los restos de todos los objetos que no fueron:

la carta que nunca llegó a limpiar tus señales,

la llave de una estrecha puerta que se disipó,

el aro de oro que lacraba un pacto con nadie.

 

Allí está tu pausada sombra,

plegada como un pañuelo que alguien olvidó

en el bolsillo de un traje de palabras ilusorias.

 

A veces la tomo entre mis lánguidas manos

y se expande en un sueño de quebradas luces,

asimilando con pájaros nocturnos y ansiosos

mi nombre en una lengua anterior a tus gritos.

 

Por eso vivo en esta casa como si no existiera,

mirando los muebles, las ventanas, las paredes,

con la malicia de quien sabe que todo es fiado,

hasta la piel que me envuelve y me contradice.

 

Y si me preguntas dónde resido, te señalaré:

en la frontera entre lo que fui y lo que me sueña.


Rolando del Pozo

domingo, agosto 03, 2025

No eras tú

No eras tú:

eras la lámpara rota en una tarde sin retorno,

el animal dormido bajo las luces del tiempo,

la cifra que oculta mis huesos en un juramento.

 

Te habité sin conocer de tu extendido nombre,

como se habitan las palabras llenas de distancias.

Tu piel era una voz sin orillas en mis desahogos,

una noche que goteaba dolores desde adentro.

 

Y te amé como el ardor ama las puertas cerradas,

como las voces que estallan bajo el peso del deseo.

Mi lengua era un hilo de sangre entre las estrellas,

y mis manos, esas pobres mensajeras del incendio,

temblaban con el candor de quien te invoca afligido.

 

Pero algo de ti —ese fragmento indescifrable—

aún camina despacio llevándose mis solos adentros,

como si la eternidad exigiera mis quebrados labios.

 

Déjame, entonces, despedirme con repetidas bocas,

como se despide la humareda de la leña encendida:

con un aroma que jamás renuncia a las ruinas del alma.

 

Rolando del Pozo