martes, mayo 20, 2025

El evangelio

He venido a recitar el evangelio de las voces vacías,

a deletrear las horas que te devuelven deshojada,

como quien sopla silencios sobre un cuerpo sin forma.

No esperes que hable con la lucidez de mi locura:

soy el hijo ilegítimo de una luz que simula morir.

 

Aquí traigo mi herencia partida en versos:

un costado de relámpago engarzado en tus piernas,

los restos de un nombre que se negó a pronunciarme,

y una brújula ciega dormida en tu vientre de retornos.

 

¿Me recuerdas escondido en tus reflejos abiertos?

Yo era el que dormía boca arriba para que los astros

sembraran su luz precisa en mis párpados sellados.

El que tallaba umbrales en la médula del tiempo

y restituía en tus espejos la quietud que te fue robada.

 

Toda mi historia ha sido una fábula escrita al revés:

nací del flanco ciego de una palabra que jamás fue dicha,

y cada uno de mis pasos repite las huellas de un vano ayer

que retrocede con los pies envueltos en vendas de presagio.

 

Y no le creas a los que dicen que todavía estoy vivo:

quizás sólo soy el eco de una promesa que no logró su voz,

el vestigio de un disfraz en la maleta de un sueño ajeno,

o la hoja partida de un libro viejo que nadie se atrevió a leer.


Rolando del Pozo

 

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