miércoles, abril 30, 2025

No estabas

No estabas. 

Pero algo —una voz, un dolor, un temblor—

dormía aún en la luz que abre los días al ayer.

Las sombras eran señales en un alfabeto secreto

que sólo tú alcanzabas a respirar y pronunciar.

Y el aire tenía el peso de tus heridas abiertas,

tus rasgadas alucinaciones y tus inmóviles pasos.

 

Te busqué en los vuelos de un pájaro nocturno,

donde la voz se arrastra como un verso herido

y el silencio imita gestos que se repiten sin ritmo.

 

Te busqué en los callados espejos de la sala,

donde tus rostros repiten sacudidas antiguas

y los reflejos se inclinan al otro lado del tiempo.

 

Tal vez fuiste el reflejo que no obedeció al espejo,

o una cifra extraviada en el balance del destino.

Quizás te imaginé desde otra vida, mientras moría.

 

No estabas.

Pero algo —el dolor, el designio, la sombra—

habitaba entre los pliegues de mis quebrados días.

Y sin embargo, persistías en los rituales inconclusos,

en las sílabas rotas que no recordaban tu nombre.

Y seguías siendo, como lo que torna sin haber partido.


Rolando del Pozo

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