Brotan las horas como un río que se excede en el ayer,
deshaciéndose en la piel de memorias antiguas,
dibujando rostros que nunca aprendí a visualizar.
Dejaste tu voz entre las hojas del mustio tiempo;
tu aliento dormido se despierta en laxas señales.
Y te busqué en la raíz de mis lentas palabras,
en la escritura secreta que te dibuja de primaveras,
en el latido que brota en las distancias del mañana.
Te busqué donde el silencio alza su arquitectura invisible,
pero solo encontré el resplandor huidizo de tus piernas
desvaneciéndose en las miradas que lo disuelven todo.
Sin embargo, sigues habitando mis estrechos espacios,
deslizándote entre las aristas de una memoria de versos,
despertando en la nostalgia que te repite en la lluvia
o en la herida abierta de la espuma contra tus pechos.
Y yo sigo llamándote con las miradas del ayer,
como el fuego que insiste en repetirse en las sombras,
como la raíz que persiste en tu tierra de mujer,
como la última estrella, que se aferra al amanecer.
Rolando del Pozo
No hay comentarios:
Publicar un comentario