Apaga las palabras en las luces de mi sombra.
Me es necesario respirar el abismo de tus ganas, una vez más.
Apaga las voces de la luna con tu vientre y la noche con tu sangre.
Me es necesario nacer contigo en inmóviles y silentes horas.
Estamos solos en este viaje de inútiles espinas y sordas manos
y nos esperan amaneceres escasos y un puñado de gemidos.
Estamos solos en la duración de tus jadeos
y nos espera la avaricia de tus piernas y un pasado repetido.
Nos quedan los insomnios, la piel hecha jirones, el fulgor del alma.
Nos quedan los viajes donde olvidamos el ayer.
Apaga el ardor y no digas que te has ido.
Apaga las flores de la ausencia y no augures distancias.
No escribas la dicha con preguntas.
No borres los días con la sed que se derrama de tus senos.
No pruebes de este dolor con sabor a memoria, te insisto;
nos queda un porvenir que desde tu vientre, mira hacia atrás.
Rolando del Pozo
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