Todo florece en tus senos, en frases ardientes.
Se llenan de versos insomnes, abiertos al ayer.
Todo se multiplica en tu boca pidiendo lejanías
y en lo confuso que nace de tus nobles flancos.
El tiempo se suele cumplir en espacios tenues,
en la memoria de tus piernas exigiendo voces.
El amor reclama tus sueños de secretas formas
y los sudores vestidos de tus concisos pliegues.
Todo me devuelve a tu lecho de quietos versos,
a repetirme en tus inmóviles y ataviadas poses.
Me atrapan tus rostros en el fulgor de la noche
y me regresan agitando un desgajado porvenir.
Me convocan los espejismos cubiertos del ayer
a repetirme en tus acicalados y lentos gemidos.
Rolando del Pozo
No hay comentarios:
Publicar un comentario