Agotas la noche en la imagen que burla al destino.
Sacudes los ardores en una memoria de perdones.
En tu tierra fértil, tu voz se angustia en los ahogos,
en la repetición del gemido, en los ecos sin finales.
Tus consumidos vértices reclaman ser penetrados
por los incesantes sudores en un ahogo a la deriva.
Sabes del amor en tus flancos débiles por el ardor,
en tu rostro desolado por un silencioso desespero.
Sabes del ardor que se consagra en tus saciedades
y de las pasiones que migran a tus agotadas voces.
Agotas la dicha en las visiones de una luna extensa,
en los recuerdos de frases que disuelven tu vientre.
Y aúnas tu voz en la ansiedad de tu voraz geografía,
en las trampas sublimes de tu inevitable existencia.
Rolando del Pozo
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