Escribes tu realidad en la deuda invisible de la luz,
en un reverso sueño que se revela en tus piernas.
Escribes el apetito que no se sofoca en mis labios,
en el albor de tus piernas divididas por mis ganas.
Tus inicios son avisadas señales que evocan pasos
y pausas, y miden los viajes entre tu piel y mi sed.
Tu vientre diviso está en comunión con mis voces,
con las sombras que asimilan tus rasgados pechos.
La imagen de tus días se agita, acunando la espera
y te nombra en los tiempos necesitados de tu voz.
Trazas tu candor en la imagen trémula del espejo,
en los alargados hálitos de tus ajustados costados.
Y regresas como alcanzando la vida, en las cartas,
en las olvidadas fotos, en los ajustados recuerdos.
Rolando del Pozo