Necesito un corazón disfrazado de memorias,
a la imagen de mis sueños, indefenso en el eco de una sombra.
Necesito la incesante injuria de tus besos y tu regazo de bruma,
su escalofrío y su oscuridad que alberga esperanzas.
El amor se ha vuelto un viaje en la manía de mis versos,
lleno de distancias y ausencias que se perpetúan en la
nada.
El dolor se ha vuelto una inasible y desesperada lágrima
que recupero en tus piernas purpureas, laxas y adoloridas.
Necesito el ardor de tu vientre, la lluvia de tus manos
y sus razones que abren fiebres y liberan hijos de la nada.
Necesito la piedad en tus delirios, tus heridas y esperanzas,
los rituales de tus senos y tu saciedad partida en dos.
La pasión se ha vuelto un sollozo aguardado en tu mirada,
aguardado en silencios donde se cobijan nuestras ganas.
Los días convulsionan y guardan la sombra de tus pechos,
los golpes de vacío, tus fiebres y tus húmedas heridas.
Los días te reclaman en la respiración de palabras truncadas
aguardando un amor sin manos que no nos deje enloquecer.
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