miércoles, abril 30, 2025

No estabas

No estabas. 

Pero algo —una voz, un dolor, un temblor—

dormía aún en la luz que abre los días al ayer.

Las sombras eran señales en un alfabeto secreto

que sólo tú alcanzabas a respirar y pronunciar.

Y el aire tenía el peso de tus heridas abiertas,

tus rasgadas alucinaciones y tus inmóviles pasos.

 

Te busqué en los vuelos de un pájaro nocturno,

donde la voz se arrastra como un verso herido

y el silencio imita gestos que se repiten sin ritmo.

 

Te busqué en los callados espejos de la sala,

donde tus rostros repiten sacudidas antiguas

y los reflejos se inclinan al otro lado del tiempo.

 

Tal vez fuiste el reflejo que no obedeció al espejo,

o una cifra extraviada en el balance del destino.

Quizás te imaginé desde otra vida, mientras moría.

 

No estabas.

Pero algo —el dolor, el designio, la sombra—

habitaba entre los pliegues de mis quebrados días.

Y sin embargo, persistías en los rituales inconclusos,

en las sílabas rotas que no recordaban tu nombre.

Y seguías siendo, como lo que torna sin haber partido.


Rolando del Pozo

jueves, abril 24, 2025

Ecos en mi piel

Debajo de esta piel, hay una evocación sin nombre,

hay un espectro que habita en el reverso de mis ganas

y escribe con mis dolores el reflejo que usurpa mi voz;

escribe el evangelio umbroso de mis días no vividos.

 

Conozco el arrojo en mi lengua que arde sin sonidos,

en las sílabas que abren una grieta en el denso suspiro

y se vuelven los presagios de un mundo partido en dos.

 

A veces escucho mis temores caminar en mis sueños,

descalzos sobre los escombros de mis agudas certezas,

dejando huellas que sólo existen al cerrarse los adioses.

 

Debajo de esta piel, hay una imagen que no reconozco,

hay un retrato que imita mi luz antes del primer aliento.

Y entonces comprendo que soy solo de lejanas esperas.

 

Camino en círculos sobre una deshabilitada alucinación,

mientras una voz añeja, sin rostro no para de solicitarme. 

Y no sé si soy quien imagina este universo de distancias

o soy el resultado de algo lejano e inasible que me sueña.

 

Rolando del Pozo

viernes, abril 18, 2025

Reflejos

En algún rincón descansa un viejo espejo agrietado.

No refleja ya rostros, sólo el eco silente del pasado.

Al mirarlo vi un libro abierto lleno de letras muertas

y una voz que aprendió a mentir con tiernas muecas.

 

Allí brotaban mis nombres envueltos de distancias,

envueltos en sudarios de papel, mudados en ceniza.

Una esquina rota sellaba los reflejos de mis poesías

y del borde emergían los lamentos de mis ausentes.

 

¿Quién soy, sino los nombres que no logro repetir?

¿Quién fui, si ya mi reflejo no alcanza mis pupilas?

 

He caminado los temblores de una promesa lejana.

He caminado los siglos que jadean bajo mis arrojos.

 

El espejo agrietado me custodia y mima mis olvidos.

El espejo y su sombra, bosquejan mi destino paralelo.

Tal vez soy sólo el reflejo de una promesa mal escrita,

el eco de un poema que se escribe lleno de distancias

en la lengua de los años que no se repiten, ni regresan.

 

Rolando del Pozo

sábado, abril 12, 2025

La casa de los espejos

Te busqué entre las sombras y los espejos

donde el silencio tiene la forma de un animal dormido

y la noche respira mis versos manchados del ayer.


Te llamé con mis labios mutilados por la distancia,

con mis dedos partidos por tus alucinaciones.

 

Allí estabas, tarda, en un distante anochecer,

en la casa donde mis voces aprenden a escribir,

donde los espejos devuelven gritos y heridas.


Una puerta se abría con los gemidos del tiempo,

y detrás, rostros y ardores multiplicándose,

como un presagio que no deja de repetirse.

 

Amarte fue perder la forma de mi cuerpo,

arder en tus muslos hasta tocar tus angustias.

Amarte fue aprender el idioma de los versos mudos,

descubrir que el tiempo es solo un irrompible espejo.

 

Y sin embargo, volvería a la casa de puertas crujientes,

a los pasillos donde tus imágenes no terminan de formarse.

Volvería con los ojos vendados, con las heridas abiertas.

Porque tus labios, esos que no saben de mis abismos,

no dejan de ofrecerme tu sed antigua, tus temblores.


Y yo, como quien se inclina ante lo sagrado y lo ruin

volvería a beber de esa flor que sangra al borde del ayer.

 

Rolando del Pozo

sábado, abril 05, 2025

He regresado

He regresado, pero no sé desde dónde.

Tal vez de un sueño que soñaron tus sombras

cuando todavía me habitaban tus errantes versos.

Tal vez de la noche donde tu voz se repite en suplicas

y el eco del ayer es la memoria de un futuro distante.

 

He regresado envuelto de tus tiernos silencios, 

con las manos llenas de pasados que cierran puertas,

como quien vuelve de un incendio y sólo trae cenizas

y las esquivas palabras que nunca alcanzaron tu vientre.

 

En la casa me esperan tus retratos, el espejo de la sala,

las agujas del crepúsculo cosiendo su propio destino.

Me esperan los conjuros de un alma que teme desaparecer.

Me espera aquel que me imagina desde otro universo

hecho de oblicuos versos y resplandores torcidos.

 

¿Es el azar un orden que no comprendemos?

¿Somos acaso los títeres de un oscuro teatro

donde el titiritero nos escribe de risas y llantos?

 

He regresado y me he prometido no morir del todo.

Por eso ahora, cada noche, cuando baila la luna,

dejo una luz encendida en la memoria de mis versos,

para que alguna de tus voces encuentre como alcanzarme.

 

Y sabrás que fui real, no por mi cuerpo que yace en estas letras

sino por la herida que abriste y aún no sabes nombrar.


Rolando del Pozo