No puedo saber del tiempo y su etéreo sentido
en las vastas imágenes que te recuperan silente.
No puedo saber de la luz y sus quebrados gemidos
en las caricias de vastas lejanías reclamando tu voz.
No pueden mis voces volverte de breves laberintos.
No pueden con tus irreducibles y secretas sombras.
En el ansioso deseo persiste el rumor de tus piernas,
incesantes y tiernas en la mirada repetida del espejo.
En tu asiduo vientre persisten mis besos demorados
y la lujuria espesa que alimenta mis viejas memorias.
Se ajustan mis sueños a la simetría de la esperanza,
al urdir de la noche en pausados y lentos universos.
Me ajusto a tus ganas en mis viejos e inertes versos
y me repito en los cielos de un persistente infierno.
Rolando del Pozo
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