Duérmete sobre
mis alas, encauza mis ahogos;
es necesaria tu
palidez en mis ajustados besos.
Son necesarios los
lamentos en tu lacónica voz,
en el deseo por el
pesado fulgor de tus señales.
A tu piel
extendida vuelven mis afinadas ganas.
Vuelve la luna puliendo
la lujuria en tus piernas.
A tu bella
primavera vuelven los diarios deseos
y el ardor multiplicado
en tus espacios inermes.
Duérmete en la
pasión que en mi voz te confina
y te reclama sedienta,
llena de agitadas poesías.
Duérmete en mis mutismos
oscuros y excesivos
vestida de tenue
dulzura, recorrida por el amor.
Me es necesaria
tu voz quebrándose en el ayer,
quebrándose a la
altura de mis sacudidas ganas.
Rolando del Pozo