Suele ocurrir que
una luz presagia pausas de viento
y es preciso lidiar con la
fantasía del último silencio.
Una esquizoide
madrugada se apura en mis brazos,
en el devenir de
súplicas teñidas de azul y misterios.
La soledad en los
dedos y en frenadas, rojas señales,
me pide la limosna
que donan mis agitadas visiones.
Y mi locura me
abraza anunciando huecas condenas
que nada entregan
en esta pausada y lenta congoja.
Mi locura recorre
los vocablos donde nada es cierto.
Recorre una pena
atada a mis alucinados desmanes.
Y los pasados se
repiten en los vértices de esta casa.
Se repiten en apenadas
caretas, en los viejos colores.
Mi locura es el
sangrado de una esculpida voz infinita.
Es la vindicta acunada
en traspiés que nadie entiende.
Rolando del Pozo
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