Tu voz reconoce las sílabas que duermen en mis palabras.
Reconoce los gastados dolores, los desmedidos gemidos.
Tu voz es el duplicado ardor que sostiene la noche
y es la queja que se levanta a la altura de tus pezones.
Estas desnuda y te cubren miradas suaves y besos entreabiertos.
Te cubren los minutos donde vive el despertar de tu vientre.
Te viven las contracciones que palpitan en tus piernas.
Te cubren los colores del amor y un respiro de flores.
Tu voz no es sólo un espacio lleno de sudores.
No es sólo un cuerpo de aromas y escondidas infancias.
No es sólo un perfume sin forma y un aire de otoño.
Tu voz ama las pausas escondidas en las esperas
y es una luz llena de Junios en una hoguera de melodías.
Tu voz es la memoria que se reconoce en mi propia voz.
Rolando del Pozo.
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