Eres el llamado en el resplandor de los espejos,
la armonía de la hierba en un jardín de espacios,
el gradual arrojo del viento en mis besos calmos
y el dolor que se inclina bajo otro cielo y enaltece.
Reconozco las abismadas sombras en tu silencio,
la soledad vestida de ayeres en tus colores pálidos
y las edades donde se inician tus besos y tus llantos.
Eres la envolvente música que se abre en mis días,
el tierno rumor que elige lo que nace en el olvido,
lo callado y lo innegable en poemas desajustados.
¿En qué pasos se repiten tus suspendidas noches?
¿En qué imposible recuerdo agonizan tus visiones?
Y me respondes con la tristeza que saluda agitada,
con las memorias que son murmullos y despedidas.
Me respondes con los silencios de tu inconclusa voz,
con recurrentes alucinaciones y vacías sentencias.
Rolando del Pozo
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