Te has vestido con espejos y sombras, con piel del ayer,
con gastadas memorias y en la lividez de rotas palabras.
Te has sumado a las oraciones que alcanzan tus piernas
y prometes articulados amaneceres en olvidados vacíos.
Te has gastado las melancolías, los rencores del pasado
y el miedo que llena tus historias, en volverte de versos.
Asumes que no hay suficiente inocencia en tu orgasmo,
que no hay suficientes sudores para calmar los ardores
de tus leves y rosados círculos y tus lánguidas angustias.
Aceptas que importan menos tus desvaríos en este viaje,
que las ofrendas que hiciste, susurren menos al porvenir.
Te asusta la quimérica frontera de este amor sin pausas,
que nada valga la vida en insolente escape, al frágil ayer.
Te has vestido con el tiempo, con el dolor de tus versos.
Te has vestido de silencios y de lunas con perfiles ajenos.
Y te preguntas sobre las sombras que se resisten a morir,
sobre el amor que insolente, te viste de lentas alboradas.
Rolando del Pozo