Miro tu cuerpo en la memoria del mundo,
va borrando tu voz en las olvidadas fechas,
la lejanía en las perpetuas y viejas sombras
y las angustias de una vida poco anunciada.
La noche cambia de nombre en tus piernas
y hay más ruido en tus sosegadas posturas.
El perdón luce desolado en húmedos besos
augurando fogosas y retorcidas primaveras.
Miro al fondo de tu repetido y oculto vacío;
sus flancos se abren en tus abiertas heridas,
en mis culpas, asumiendo añejas condenas,
en mis anudadas manos y mis lentos versos.
Miro tu vientre que simula solas realidades;
tiene la consigna de elevarme en tus pausas,
de revivir los viejos dolos, las palabras rotas
y el urgido instante donde crecen mis ansias.
Rolando del Pozo
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