Voz de
inexplicables, serenas y alienadas distancias.
Déjame
tus palabras a manera de espacios verdes,
llenos
de tiernos signos que dibujan viejos jardines.
Déjame
tu paisaje de sombras, tus íntimas siluetas,
clamando
a la escasa sustancia que desata al tiempo.
Tu cuerpo
persiste en la indolencia de mis pinceles,
en el
rumor que acerca tu sombra y sujeta tus senos.
Tu
sonrisa resiste la pausa donde habita la saciedad
y los
silencios que son los desvaríos de tu desnudez.
He
juntado los perdidos idiomas que definen tu voz.
He
juntado los ecos de tu cuerpo insoluble, dividido.
Déjame los
viajes que exploran tus perdidas curvas.
Déjame tu
mustio amor, completándose en mi boca.
Rolando
del Pozo
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