Eres un alma con aplacados fragores;
la cuerda que me sujeta a tus siluetas.
A veces, una voz de señales nocturnas
que me delinean tus piernas impunes.
Eres el enigma en mis trémulos besos;
el reflejo de luna en una mordida pena.
Cierra tu voz extendida llena de signos
y recluye los silencios en tus nostalgias.
Mis palabras apelan a tus ebrios gritos,
a tus mutismos satisfechos en el lecho.
Eres la desazón que aletea en tu regazo.
Eres el rostro que migra a frescos pasos.
Eres el rumor que llena mis atardeceres,
mi voz mojada, en tu calmada desnudez.
Rolando del Pozo