La ilusión en nuestro amor sobrevive al tiempo,
al presagio de volver a quererte en alguna otra vida,
como los gemidos a tus viejos y repetidos nombres,
como los espasmos a tus irrevocables pasiones.
Tus sueños describen círculos, solas habitaciones.
Describen los ciclos que se abren a tu inocencia,
donde juzgas los verdores de mis envejecidas manos
y los pasos que se repiten torpes en un espacio ajeno.
Te ausentas en la caricia que disuelve al mundo,
en el lento sujetar de tus sentidos y solos presentes,
en la más abierta esquina de un temprano futuro.
Te ausentas en mi amplio cuerpo lleno de fantasías,
en mis marchitos frenesíes por volver a recorrerte
y colmarte de miradas donde sigues siendo del ayer.
Rolando del Pozo