Reconozco el amor en la inercia de tus labios,
en la sombra rebosada por tus lentos pechos,
en tus sosegados rituales gastados y dispersos
que sólo saben del lugar que acunó tus besos.
Reconozco el olvido que se labra en tus pasos,
en el recíproco espejo pleno de tus imágenes
y en el orgullo que renace incierto y es testigo
que debo seguir ideando sueños con el tiempo.
Reconozco la gloria efímera de tus leves besos,
la sostenida expiación del amor en la esperanza
y la plegaria que es perdón en asidua ausencia.
Reconoces los besos que grabé en tus piernas,
mis rojos costados y los brillos en breves poses
y al amor con su fulgor avivando, tu lento sexo.
Rolando del Pozo