A un crujiente silencio me llevan tus pasos,
a tus pechos que se reavivan en mis labios,
a tu rosa que se abre en sosegadas heridas.
No importa mi memoria incitada en tu voz.
No importa el verso sacudido en tus labios.
A una ruidosa tarde me llevan tus círculos,
a una oculta saciedad llena de signos y luz.
Se repiten los sudores en oscuras visiones.
Se repiten las pasiones en agitadas cruces.
No importan los sueños en tu tardo escape
lleno de días, de lejanía, de brillos inciertos.
A una ruidosa tarde regreso lleno de voces,
lleno de ilusiones, reclamando tus gemidos,
apelando a las noches donde te multiplicas.
Rolando del Pozo