Tu
rostro de esperas, tus manos apostando ciegas al destino
escriben
la sosegada imagen que confundiste con la realidad.
Los
espejismos se repiten en los temblores de vaga memoria
y tu
sonrisa es el eco de una luna emancipada de tus piernas.
Me
pregunto si la dulzura se repite en tu profanada ausencia.
Me
pregunto si tu boca es el abrazo inevitable de la nostalgia.
Y me basta
tu voz para sostenerme en tus secretos misterios.
Me
basta tu cuerpo desatado en callada y pausada existencia.
Sonríen
las impalpables noches llenas de vibrantes recuerdos.
Gimen
las inconclusas plegarias en suspiros y pulidos futuros.
Y me
basta el ayer en el fulgor que te encierra en claridades.
Me
basta tu íntimo suspiro que me vuelve a un reverso cielo.
No resistas
entonces que me disuelva en tu indeleble mirada.
No
resistas que mis ganas sean la llamada pausada al candor.
Rolando del Pozo