No van
a existir castigos en tu lecho lleno de espejos.
No van
a existir misterios en tu boca vestida de lunas.
Tus
recuerdos persisten formando agitados espasmos
donde
te percibo llena de heridas insomnes, ansiosas.
Tus besos
prolongan los golpes de acorralados dedos.
Prolongan
mi cuerpo en tu vientre lleno de alboradas.
No van
a existir condenas en tu cuerpo de noche y sol.
No van
a existir dolores en tus leves y ligeros vértices.
No son
mis manos las que dividen tus espesas siluetas.
No son
mis labios los que abren tus ocultos escrúpulos.
La
inocencia ha dejado de existir en tus cautos sudores.
La
inocencia ha mutado en ruidos que asaltan mis voces.
Y existen
los ritos donde se renuevan el ardor y el afán
y los
conjuros son las voces que lastiman tu laxa pelvis.