Amo las sombras que perduran en el tiempo,
el temblor de la noche, sus ritos y sus gestos.
Amo las fechas que se escriben desde el ayer
y las frases que se dejaron en espacios alados.
Amo la estadía de tu incierta voz en este viaje,
cambiante y silente, lleno de breves palabras.
Me duelen tus hálitos cambiantes, tus fábulas,
tus manos que sacuden mi geografía dispersa.
Me duele el amor en esta acorralada nostalgia
y el vuelo que descubre, mis distantes ruegos.
Amo el rostro de tus afligidos y solos temores.
Amo las distancias a la altura de tus quimeras.
Me duele tu amor enterrado lento en mi pecho;
empújalo suavemente, que desgarre mis versos.
Rolando del Pozo