Tu rostro
arropado de inocencia ha partido en los espejos,
ha
partido en un tiempo disfrazado de mutables secretos,
en un
porvenir de instantáneos temblores y desolaciones.
Debes
alcanzar la infancia en la piel inconstante del mundo.
Debes
alcanzar la distancia en las vacilantes olas del tiempo.
Y te
aguardan las fisuras del alma en nuestro agotado lecho.
Te
aguardan los frívolos gemidos y tu abandonada desnudez.
Debes alcanzar la historia que se repite en las suaves voces,
en las negaciones de la luna, en
tus dispersas alucinaciones.
Tus
infinitas sombras han partido en sumisos vocabularios,
en tu
pálido aliento que detiene mis pasos y dibuja escapes.
Tus
miradas han partido en el desvarío con las respuestas,
con voces
que han escapado y te devuelven a tus comienzos.
Debes
alcanzar los reclamos del sol, los miedos, las huidas.
Debes
alcanzar la eternidad, la duración correcta del amor.
Rolando del Pozo