Te escribo en mis delirios, en la oscura soledad
que se estremece en una tierna noche de brillos.
Escribo a las realidades sedientas de esperanzas,
sedientas de misterios que consumen un pasado
vestido de cenizas, vestido de gastadas palabras.
Y lloro en la melodía del viento que te esconde,
lloro los nombres que te llevan vestida de ganas.
Qué inútiles tus gestos en versos que desnudan
cuando el suspiro nos asimila en ajeno desvarío.
Qué inútiles los versos que suelo gritarle al alba
cuando la vida se posa en tus purpúreos labios.
Escribo en la voz que se ha vuelto mi lento viaje.
Escribo a la condena que se ha vuelto mi sangre
y al amor que corroe mi realidad desde tu boca.
Rolando del Pozo