Te levantas más pura que las alucinaciones que albergas,
exaltando
la tormenta que divide tus agitados pezones.
Te
levantas cansada, dilatada en los sudores que te reclaman
y que
te envuelven con la fuerza delicada de la noche.
Acostúmbrate
a mis manos ciñendo tu transparente cintura.
Acostúmbrate
a mis agotadas letras agonizando en tus senos.
Un
cielo profundo se abre en la respiración de estos versos.
Un aire
delirante se llena del instante que te engrandece.
Te
levantas más dulce en las profundas horas que te repiten.
Te
levantas diversa, extendida en un tiempo sin espacio.
Y te
llenas del rumor de luces quebrándose en el crepúsculo.
Te
llenas del silencio perseguido por mis brazos abiertos.
Te
llenas de círculos en un mar sin distancias y vuelves
a
existir y desaparecer como deslumbrante viajera del olvido.
Rolando
del Pozo