En algún rincón están los rasgos del pasado, la firmeza del futuro,
las imágenes de lo confuso y un porvenir de breves recuerdos.
Están las palabras que te respiran y te exhalan en visiones
y los sueños que suman la vida al diseño secreto de tus labios.
Están tus voces que elaboran el vuelo vacilante de mi existencia
y los ropajes de un día presto a los acechos de lo desconocido.
Apúrate en el canto de las flores, en el rocío que diluye paisajes.
Apresúrate en la quietud que se desdobla en risas y llantos
y en la memoria que te devuelve a mis retrasados días.
Y están tus inmóviles oraciones volcadas en la inocencia del jardín.
Están las improvisadas alquimias que envejecen con cada estación
y que cambian con los tintes de un futuro de sentencias.
Están los delirios de una noche de asombros,
un puñado de claveles donde se erigen los rostros del pasado
y la sustancia que se desliza por la garganta de ávido misterio.
Apúrate en los ruegos, las oraciones y las archivadas cartas.
Apresúrate en las precarias maquinaciones del tiempo.
Apresúrate en mis besos y en la fugacidad de mis sueños
y devuélveme tu identidad de flores y oraciones:
lo que me aleja y me regresa, a tus noches cerradas.
Rolando del Pozo