Es de luz la agonía que nace entre tus piernas,
ocupando tus medidas, delirando tus espacios.
Tus poses llenan de apetitos tus sutiles piernas;
ajustan mi voluntad y me escriben con sombras.
Tu imagen se ha hecho el abismo de mis ruegos,
la fuente de todas mis cegueras, de mis poesías.
Es la hora de tus fábulas lúcidas en mi ansiedad.
Es la hora de fuegos erráticos en cerradas voces.
Tus jadeos se aúnan en mi lecho de tibios signos,
de absurdas opiniones, de calurosas embestidas.
Permíteme gozar tus sudores en vanas ilusiones,
en tus fluidos gritos mudándose al añejo espejo.
Es la hora de tu piel sazonada en varios abrazos,
en mis culpas, en irrepetibles y doloridas poses.
Rolando del Pozo