De tu amor he robado un par de rosas, tu lento cuerpo,
un espejo donde imaginarte llena de estrellas y olvidos
y tu mirada sin fondo, ni sombra que limita con la noche.
En nuestra pasión nace un miedo a mutarnos en dolores,
a crear un nuevo idioma que prescinde de tu remisa paz,
de las señales que en tus rendidas noches se desdoblan.
En el deseo, nuestras orillas sin límites anulan el tiempo;
se renuevan tus apetitos en dilatada e infatigable poesía,
en los besos donde volvemos de diversas formas a soñar.
Rolando del Pozo