Están tus
voces a manera de nombres cayendo en pasados
y tus miradas
reposando en las efímeras y silentes sombras.
Están tus
recuerdos asumiendo los rumores de mi juventud
y tu
abandonada soledad repitiéndose en los vacíos del llanto.
Tal vez
nuestros rastros se dibujen en desbordados besos.
Tal vez
el adiós se disuelva en la angosta puerta del pasado.
Están las
flores sembradas en los abrazos, en las voces aladas,
acercando
los paisajes, las inútiles visiones, el mágico destino.
Están los
silencios obstinados y los rasgos de una lejana noche
asimilando
las cenicientas estrofas y las voraces bienvenidas.
Tal vez
mis palabras dibujen tu cuerpo en las solas nostalgias
y definan
tus gemidos en los cristales de anunciadas ausencias.
Están tus
vacíos, los temidos sueños, las blancas mentiras.
Están
todas tus ganas, los delirios, los vertiginosos desvaríos
y la
costumbre de soñarte en los espejos hasta verte aparecer.
Rolando
del Pozo